Cuando comencé mi proyecto como asesora de seguros, partía de cero: autónoma, sin cartera de clientes, sin herramientas digitales propias y con incertidumbre sobre cómo hacer crecer un negocio personalizado y sostenible. Tenía conocimientos, vocación y una idea muy clara: acompañar a las personas en un ámbito tan importante como su salud y su bienestar financiero. Pero la ilusión por sí sola no es suficiente.
Mi objetivo es ayudar a que las personas vivan tranquilas.
En ese momento, el apoyo recibido a través del Fondo Social Europeo Plus (FSE+) marcó un antes y un después. Esta subvención para jóvenes emprendedores me permitió invertir en herramientas digitales para agilizar procesos, comunicación y canales digitales, y, sobre todo, profesionalizar mi imagen y presencia online para poder llegar a personas que necesiten mi ayuda.
También pude trabajar con más tranquilidad sabiendo que podía dedicar tiempo a hacer crecer el proyecto como es debido: sin prisas, cuidando cada detalle y ofreciendo un servicio realmente cercano y personalizado a mis clientes.
Una de las grandes ventajas fue poder construir procesos más ágiles y eficientes, lo que me permite hoy atender mejor, más rápido y estar disponible cuando mis clientes me necesitan —que es, en definitiva, lo que da valor a mi trabajo.
Estoy muy agradecida de haber contado con este apoyo para jóvenes emprendedores en un momento tan clave como es el inicio de un negocio o empresa. Creo que iniciativas como esta no solo impulsan proyectos individuales, sino que también contribuyen a una economía más humana, sostenible y centrada en las personas.
Sigo trabajando con la misma ilusión del primer día, pero ahora con más herramientas, más visión y con un proyecto más sólido y con sentido.